martes, 10 de julio de 2018

De la Codicia...


Vuelvo a responder a mi amigo Óscar (a cerca del hilo abierto en la anterior entrada, "Las Sombras").

Hola, amigo.

Supongo que no leíste mi respuesta a tu respuesta… No sé qué sucede con mi blog, pero no funciona bien… No es la primera vez que pongo un comentario y que no se publica. Esta vez lo escribo en Word, para no tener que repetirlo en caso de que, y si no se publica, te lo mandaré por paloma mensajera.

Me alegro de que no se publicara (no sé si tú puedes verlo, yo no), porque eso me ha permitido meditar más tiempo tus palabras, las mías, y la fusión de ideas y conceptos. He leído tu texto varias veces, no por ausencia de claridad, todo lo contrario, es corto, rotundo y muy claro. Está muy bien construido. Ayer me di cuenta mientras lo leía por cuarta o quinta vez que la frase central:

“Extrema derecha??? Extrema izquierda??? Extremo Centro???? EXTREMA CODICIA”

es el epicentro perfecto de tu texto, en él desembocan todas las ideas previas y de él parten las posteriores: tu texto es un ordenado remolino, contundente, potente, lleno de razones, en cuyo vértice, donde recaen todas ellas, se condensan, explotan en una sola razón, y es justamente esa palabra: CODICIA.

Entiendo bien tu tesis. Pero no estoy de acuerdo en ciertas cosas L

Estoy de acuerdo en que la CODICIA es terrible. Es miserable. Pero no es la base de nuestros males (primera cosa en la que no estamos de acuerdo). Y tampoco creo que suprimiendo su alimento (el dinero) desaparezca, y con ella todos nuestros males (segunda cosa en la que no estamos de acuerdo).


En primer lugar, como explicaba en mi primer texto, creo que el origen de todo mal está en el EGO, como te decía. Planteas, en un momento dado, nuestra diferencia como puramente lingüística “Tú le llamas EGO. Perfecto. Yo le llamo CODICIA. EGO codicioso”. Y podría serlo, en cuyo caso podríamos estar de acuerdo. Pero veo un problema en ese planteamiento: las palabras sirven a ciertos propósitos. Normalmente vinculadas al “mundo mental” o “conceptual”, son acuerdos pactados entre una serie de hablantes para entendernos. Cuando nos deslizamos al terreno de la filosofía el lenguaje pierde estabilidad bajo nuestros pies, pues manejamos términos abstractos, sujetos a la interpretación. Deberíamos establecer qué es el EGO o la CODICIA, para ver si realmente estamos de acuerdo en los términos. Pero intuyo que sí, que ambos coincidimos en las definiciones de ambas palabras. Lo veo cuando dices que si quemaras ese cofre del tesoro, y arrojaras el oro al mar, desaparecería la CODICIA. Así que veo que compartimos el significado de CODICIA. Pero vamos al segundo punto:

No creo que haciendo desaparecer el objeto deseado, se haga desaparecer el deseo: ese es un pilar del comunismo, que no comparto. Miles de testimonios lo sustentan: personas que han huido de regímenes comunistas pues han sentido bloqueadas sus libertades. Libertades que pueden caminar hacia la CODICIA, hacia la imposibilidad de progresar en la esfera capitalista, si quieres, pulsiones humanas que pueden ser execrables, estoy de acuerdo, pero suprimiendo en un sistema esas tentativas de progreso individual, no se suprimen sus pulsiones, es decir, no se suprimen los EGOS de cada individuo. Ello, como termitas, roe y corroe cualquier tipo de sistema “justo” que queramos imponer. Es como si decidiéramos eliminar en la sociedad los objetos que provocan nuestros deseos sexuales. Estaríamos frotándonos contra los árboles, porque las pulsiones humanas son así. El Capitalismo es la respuesta a una pulsión humana (horrible, no diré que no), pero no desaparecerá suprimiendo su objeto: el dinero.

Si quemamos el cofre del tesoro, y tiramos todo el oro al mar, en pocos años surgirán otras formas que lo remplazarán, se sustituirá el oro por piedras verdes o violetas, con ciertas formas extravagantes, o por un tipo de madera con unas características raras y particulares, o por dibujos de un grupo de niños inocentes a los que se les otorgará un valor subjetivo y absurdo, y el ser humano rabiará por tenerlo, para luego intercambiarlo por otro tipo de bienes, y el concepto (o mejor dicho “el hecho”) de la especulación, no tardará en aparecer, así como el del préstamo, el del interés, el de acumulación, el de ahorro, el de herencia, etc. Y esas ansias de poseer y de tener poder, provocarán guerras y demás cosas que ya sabemos, desde hace varios cientos de miles de años. Porque la CODICIA no nace por la aparición del DINERO, el DINERO es una consecuencia de esa CODICIA larvada en nuestro interior. La CODICIA se manifestará en cualquier ámbito de la vida, en cualquier sistema, irrumpirá en él, lo minará, creará pobres y creará ricos, y creará, sobre todo, muchos enfermos mentales, muchas depresiones, mucha pérdida.

Las derechas y las izquierdas (en las que nos cagamos los dos, faltaría más), siempre han coincidido en el mismo error: Si modificamos el exterior, todo irá bien. Ninguna ha tenido en consideración el interior torcido y corrompido del ser humano. Y todo va por periodos, claro. Las derechas han manejado gran parte del destino de nuestra sociedad (hablo de España) a lo largo del siglo XX. Han tratado de crear una sociedad moral y éticamente perfecta, sin tener en cuenta dos cosas: el interior podrido del ser humano, y sus detractores políticos o ideológicos. Partieron del mismo esquema que propones (quemar el cofre del tesoro y arrojar el dinero al mar): si imponemos castigos ejemplares con las personas inmorales o con los detractores, la gente no hará cosas perversas. Falso: la gente (empezando por ellos) continuó haciendo cosas perversas. A algunos defensores de Franco, que conviven en mis entornos más próximos, siempre les suelto ese argumento: si Franco tenía un proyecto de sociedad tan bueno, y estaba seguro de que sus métodos mejorarían nuestra sociedad, ¿cómo es que tras su muerte nos hemos ido al extremo opuesto? Franco no lo hizo tan bien… Se equivocó en ese factor que denuncio hasta el hartazgo: “Mi Realidad subjetiva es la REALIDAD con mayúsculas” (eso es fanatismo): Y luego se equivocó en la segunda cosa que me harto de denunciar constantemente: “Quiero imponer mi Realidad a los demás, a cualquier precio” (eso es autoritarismo, ojo, que no “fascismo”, pues esa actitud de imponer una Realidad subjetiva de una minoría a toda una sociedad, la hemos visto en regímenes comunistas también, en fin, en cualquier dictadura).

Decía que durante el siglo XX imperó ese discurso de derechas, más vinculado al Capitalismo. Ahora nos enfrentamos a otro modelo: el discurso anti-capitalista. Es cierto que en las grandes esferas los ricachones (que no sé si existen realmente, o es que he decidido aceptar las sombras y proyecciones de los que me lo dicen constantemente), se ríen viendo lo que pasa aquí abajo. Aquí abajo, te puedes cagar en el capitalismo, y estás más o menos aceptado por un grupo de personas simpáticas. Si te cagas en el comunismo, esas personas saltan con puñales como dientes a arrancarte la piel. La derecha (social) se ha quedado en un segundo plano (se ha desgastado, es natural), y las personas de pensamiento conservador (hablo de la gente de la calle), viven más o menos en silencio. En fin, esto que digo no es aplicable al 100%, naturalmente, porque siempre hay manifestaciones, puntuales, individuales o colectivas, de todas nuestras proyecciones, nuestras sombras, nuestro Ego.

En cuanto a esto, Antonio Escohotado, al que merece la pena leer, o escuchar, dice muchas cosas más interesantes y mejor expresadas que yo.

Pero da igual, si nos dejamos llevar por el “maya”, el mundo del concepto y de la ilusión (o de la sombra y la proyección), nos metemos en un atolladero del que no hay mucha salida reconfortante. Vuelvo a pegar el salto. El EGO.

¿Qué es el EGO? ¡Lo sé! ¿De dónde viene? NO LO SÉ. Pero me da igual J

Ego y Conciencia, ya he tratado este tema varias veces. Vamos con ello.

En mi vida, tú me conoces, he tratado de investigar sobre el interior. El interior del ser humano. Pero no se puede entender ese interior mirando hacia fuera. Siempre hacia dentro de uno mismo. Decía Sócrates: “Conócete a ti mismo, y conocerás el Universo y a sus Dioses”. Es así. No podemos juzgar la Codicia (ni ningún otro mal), si no somos capaces de observarla en nosotros mismos.

En este recorrido, me he topado con muchas frases que han impactado luminosamente mi conciencia, que han quedado como poso de luz, como escudo y como sustento. Frases de muchísimas personas que, antes que yo, ya se ocuparon de estos menesteres, del conocimiento interior, como única forma de “liberación”. Lo increíble es ver que, en más de diez mil años de frases, todas ellas coinciden en el mismo mensaje. Vamos con Jesús de Nazaret, al que llamaban “El Cristo”, cuya etimología quiere decir “Krishna”, el que ha “crista-lizado la Verdad”. Al margen de los vericuetos intelectuales a los que nos puede llevar el debatir sobre el “personaje” (que me interesa bien poco), me quedo con ciertas frases que arrojan luz, mucha luz, a la liberación del dolor y del sufrimiento.

Decía Jesús: “miráis la paja en el ojo ajeno y no veis la biga en el propio”.

Ok, Maestro, lo entiendo. Pero, ¿y ahora qué hago?

Y respondía: “Niégate a ti mismo”.

Ah… Ahí empieza a interesarme este asunto. Niégate a ti mismo…

El cristianismo ha sido tan mal interpretado… O mejor dicho, no, el problema es justamente ese: no ha sido interpretado, ha sido tomado al pie de la letra, la mayor parte de las veces. El Nuevos Testamento, así como los Evangelios gnósticos o apócrifos, deberían ser objeto de meditación, reflexión y estudio, pues en ellos se esconden tantas verdades, tantas fórmulas para ayudarnos a escapar de nosotros mismos, justamente para ser libres del mundo… Ese camino no lleva, en ningún caso, a hacer una “revolución” con unos cuantos más, y quemar algunos edificios, tirar algunos monumentos, matar a algunos oponentes, impartir pensamiento, poner una guillotina en cada plaza, y finalmente declararle la guerra a los países colindantes. Ese “negarse a sí mismo”, ese separar el Ego de la Conciencia, es una actividad práctica, sincera y voluntaria, que cada individuo puede hacer.

Y la persona que vive así, no llama la atención desde el exterior. No suele estar en Manifestaciones, porque ya sabe que nada va a cambiar en la Sociedad mientras no se acabe con el Ego interior de las personas. Y sabe que ese Ego solo puede ser eliminado por cada cual, voluntariamente. Y sabe que toda una sociedad, cada individuo, no va a eliminar sus Egos, porque uno no puede ir puerta por puerta eliminando los Egos de sus vecinos. Así que esta persona se dedica a vivir en paz consigo misma y con los demás. A veces puede dar la razón a otras personas, no suele entrar en debates ni en discordias, se levanta pronto, va a trabajar, hace la compra, paga sus impuestos, sabe que la Rebeldía auténtica está en el interior. Esta persona ya viaja por otras dimensiones, en estado de Conciencia, y sabe que lo terrestre, lo material, lo tridimensional, es solo pasajero. Que todas las pulsiones de los Egos de la gente por cambiar el mundo, hacia un lado o hacia otro, no servirán de nada, pues los Egos imperarán en última estancia. Y más vale trabajarse uno a sí mismo que consagrar la vida a cambiar la Realidad Exterior, que nunca funcionará. Esta persona seguirá trabajándose a sí misma, y en un momento dado, antes incluso de morir, ya estará habitando en otros planos de Conciencia, y la muerte no será más que un tránsito agradable, como el que se cambia la camisa sudada después de un día de trabajo duro, y se pone otra limpia y suave.

Ayudar a los demás. Duro tema.

En ese camino, uno comienza a ver y a comprender las sombras que nos rodean. Lamenta, como no podrías ser de otro modo, ver que sus vecinos, que sus familiares, que sus hermanos, viven presos de dichas sombras. Pero, como decía Valle-Inlclán, “cuando nos asomamos más allá de los sentidos, experimentamos la angustia de ser mudos”. Es decir: cuando uno tiene la experiencia de salirse de su propio Ego, de habitar, momentáneamente, en la Conciencia de experimentar la Realidad con mayúsculas, uno se da cuenta que ninguno de nuestros pobres cinco sentidos puede acceder ahí, y qué decir del limitadísimo lenguaje… Así que, de vuelta, con los Egos de nuevo revoloteando en nuestro interior, pero con el grabado a fuego de la experiencia en la Conciencia, uno se debate muchas veces a cerca de cómo poder ayudar a otros a salirse de sus sombras… Es una pregunta difícil. Ahí aparecen oradores y poetas, los místicos, siempre con discursos extraños, raros, bellos, palabras que combinadas con cierta maestría nos llevan a comprender cosas más allá de esas palabras.

Lo que sí está claro es que, como decía Lope: “esto es amor, quien lo probó lo sabe”. Entonces hablar de Conciencia y de Ego con personas que viven en las sombras, que parten de la base de que esas sombras son la Realidad, es una cruzada inútil.

Por eso, en mis debates online, trato de apuntar más alto, usando el lenguaje de aquí abajo, y mis palabras se quedan flotantes y sombrías, para mucha gente.





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