lunes, 21 de mayo de 2018

Nosotras




Esta mañana he vivido un episodio desagradable. Pero buscado. He escuchado algo (que había escuchado muchas veces) y que me ha molestado (como me ha molestado otras tantas). Pero esta mañana he dado el paso. He publicado mi desagrado en el Facebook, públicamente. Y me han llovido críticas. En este sentido, debo decir que no me sorprendo, lo esperaba, como es natural (sería muy ingenuo si dijera lo contrario). Al mismo tiempo, debo decir que lo que me ha molestado, en boca de Irene Montero, debería ser sometido al mismo juicio: ella es sobradamente consciente de lo que puede provocar empleando el lenguaje que emplea. Lo es, lo sé. Y debe estar abierta a críticas, y lo está, y la admiro por ello. Ella no me ha respondido, pues ni siquiera ha leído el comentario, claro. En su lugar me han respondido otros, que sin compartir forzosamente sus ideas o iniciativas, me han criticado a mí, obviando que se trataba de una reacción, y no de una provocación gratuita. Quien piense que se trataba de una provocación gratuita, es que no me conoce, ni sabe mirar la luna cuando el sabio señala al dedo. Yo no soy un sabio, sigue siendo una metáfora. Quien piense que digo que yo soy un sabio, sigue obstinado con el dedo.

à ¿Y qué te ha pasado, Marcos?

Esta mañana he mirado el vídeo de las declaraciones de Pablo Iglesias e Irene Montero en cuanto al chalé que se han comprado. Pablo Iglesias se refería a ellos (a los dos) en masculino (nosotros), e Irene Montero oscilaba ingrávidamente entre “nosotras” y “nosotros”. Cuando se le escapaba el “nosotros” era porque estaba centrada en el mensaje que quería transmitir. Cuando decía “nosotras”, el mensaje se aunaba con una denuncia constante que hace contra el machismo, y que toca insistentemente el lenguaje. Ha llegado a decir “nosotras, como representantes públicas”.

Me ha molestado. Pues detrás de sus palabras hay una profunda reflexión, no digo que no, pero se trata de una reflexión dirigida y parcial, completamente excluyente. Tendrá su público, por supuesto. Y si no me gusta, pues dejo de escucharla, tengo esa libertad, como ella la tiene también en decir lo que le parezca. Pero no quiero hacerlo. Quiero hablar también, opinar, como hace ella. Así que no caeré en el argumento: “si no te gusta, cambia de canal”. No, es un personaje público, y yo formo parte de ese público, y me apetece opinar también.

Comparto algo con Irene Montero: ambos sentimos una pulsión que nos sensibiliza con la sociedad, y ambos queremos cambiar las cosas. Ella ha dado pasos en una dirección que no comparto (luego explicaré por qué), y mis pasos se orientan hacia otro rumbo diferente, pero debo decir que valoro y aplaudo que trate de mejorar su entorno. Al menos eso, es bueno.

Bien, la primera cosa que me choca, y que me molesta (en cuanto a la molestia, hablaré también más adelante), es un hecho del que hablé anteriormente, en el artículo del “Punto contra el Plano”. Se trata de la Realidad y la Ficción. Este tema está en el fondo de todo, y me encantaría que se atacara la cuestión directamente, sin subterfugios y sin retóricas vagas. Ese es el primer punto que me separa de la senda de Irene.

La Realidad: no la conocemos. No tenemos la capacidad sensorial de conocerla. Si no podemos admitir eso, es que padecemos una ceguera importante, es que la psiquis se ha apoderado de nuestra razón, y deberíamos retirarnos del panorama político para captar ese hecho, y poder afrontar las cosas con mayor apertura, humildad y humanidad (en este punto estoy, en este momento).

La Realidad es vasta, y nuestros vagos y limitados sentidos nos permiten captar una pequeñísima parte de ella. La Realidad no es evidente, y la prueba es que tu vecino la ve como algo diferente a ti. Es el problema entre un independentista y un anti-independentista: cada uno ve su propia Realidad, y tendemos (la mayor parte de los humanos) a partir de la base de que nuestra Realidad es más correcta que la del otro. De ahí la eterna disputa entre ricos y pobres, entre izquierdas y derechas, entre intelectuales, entre nacionalistas y constitucionalistas, y un largo etcétera.

à ¿Cómo Marcos, que es una buena persona, espiritual, tranquilo, reflexivo, puede reaccionar así?

Esa pregunta ha surgido en la mente de más de uno de los que me han respondido en Facebook. Voy a tratar de responder, pero antes, debo decir que igual que mi comentario ha estado detonado por una visión diferente de la Realidad respecto a la de Montero, esa pregunta nace del pensamiento de que la Realidad propia es más coherente y racional que la del otro. “Tranquilo, Marcos”. “Te queremos igual, es que te has levantado con el pie izquierdo”. A lo mejor no. A lo mejor es que a veces hay que responder así. ¿No podemos decir lo mismo a Irene Montero?: Tranquila, Irene, no digas cosas que puedan herir la sensibilidad de una parte de tus oyentes. A lo mejor esos oyentes no son machistas. A lo mejor no son malas personas. A lo mejor las claves para mejorar la sociedad no están detrás de modificar una palabra, que lo que va a hacer es agitar, provocar, más que encontrar cauces de comunicación entre las diversas y plurales Realidades que te escuchan.

Ese es el punto, que me desvincula definitivamente de Podemos en este momento: piensan que “Su realidad” es más real que la de los otros.

Hay dos tipos de nuevos políticos: los denunciadores y los agitadores.

Los denunciadores (donde sitúo a Ciudadanos y a Podemos) denuncian constantemente todas las cosas de la política tradicional que encontramos a diario: corruptelas, abusos de poder, mentiras, engaños, tapujos, cortinas de humo, etc.

Los agitadores (donde sitúo más bien a Podemos, aunque Ciudadanos incurra también en ocasiones): pretenden hacer extensivo un mal estar que en su base, quizá, no esté en toda la población. Es un modo (sucio, como lo siento) de ganar votos.

Dentro de los parámetros de “Su Realidad”, es tan evidente que el PP es un partido corrupto y que es necesario echar, que no entienden que una gran parte de la población no lo vea. Así que se dedican a transmitir un mensaje que busca agitar más que armonizar. Saben que una gran parte de sus votos vienen del descontento, así que necesitan más gente descontenta para labrarse seguidores. Se sienten frustrados de ver que la mayor parte de la sociedad española no ve la Realidad como ellos. Frustrados de ver cómo obreros, peones, trabajadores de a pie de calle, siguen apoyando al PP o a otras formaciones políticas. El comentario “lo peor es ver a un obrero que vota a la derecha”, no podría arrojar más luz a esta cuestión.

Si alardean de democracia, deberían respetar las opiniones de los demás. De ahí el juego de la democracia. Pero no, se interpone algo que estimo peligroso, que me distancia (definitivamente) de este partido: el EGO.

Aquí está el debate: EL EGO y LA CONCIENCIA. La conciencia es una parte de nosotros, larvada en nuestra psique, en nuestra sensibilidad, una parte que no entiende de lenguajes verbales ni de vaivenes emocionales o intelectuales. Es la parte de la Naturaleza que está sembrada en nosotros. Es la parte que observamos en los animales, en las plantas, en la tierra, en el viento, en las aguas, en el sol, en el cielo. La Naturaleza rezuma esa conciencia, y por eso es equilibrada.

El EGO es una construcción mental que hacemos los seres humanos a partir de nuestra parcelada impresión de la Realidad. El EGO se transmite, además, generación tras generación. El EGO es la película ennegrecida que nos hace no detectar nuestra propia Conciencia, ni la Conciencia de los demás. Del EGO nace la discordia, nace el alboroto interno y externo. Del EGO nace la idea de que “Mi Realidad es mejor que la del Otro”. Cierto que el “Otro” (tal vez) viva exactamente bajo el mismo canon egocéntrico, y responda (como tú) que “Su Realidad es mejor que la tuya”. El desencuentro está asegurado.

à Marcos, te estás yendo por las ramas.

No, no me estoy yendo, aclarar este punto es primordial para explicar lo que quiero decir.

Nosotras. Entiendo la denuncia que hacen. Defienden que el lenguaje es machista. Defienden que hay que modificar el lenguaje para conseguir armonizar las cosas entre hombres y mujeres. Yo no estoy de acuerdo.

Creo que, efectivamente, el lenguaje tiene ciertas parcelas machistas, fruto de una historia muy larga de sociedades machistas. ¿Por qué? Porque el lenguaje nace de la sociedad en la que vivimos. No al revés: el lenguaje no modifica la Realidad en la que vivimos. Afortunadamente, el lenguaje tiene la capacidad de vaciarse de contenidos, de reciclarse, y de rellenarse de contenidos diferentes. Ese ha sido su recorrido. La magia de poder decir: “me cago en la mar”, y ni defecar en ese momento, ni tener que ir a la costa a llevarlo a cabo. Si los peces tuvieran nuestro revoloteo mental, si tuvieran el EGO que padecemos los seres humanos, pronto harían manifestaciones reivindicando sus derechos “verbales” como seres existentes en el planeta. No, afortunados ellos, que viven sumidos en la Auténtica Realidad, y el lenguaje no les afecta.

El genérico plural “Nosotros” implica a hombres y a mujeres. Tratar de remontar a hace más de mil años para acusar a esta palabra de “machista”, es un revuelo propio del Ego. “Nosotros” está ya vacío de contenido machista. El contenido es el que le queramos dar nosotros y nosotras.

Aunque no estoy siempre de acuerdo (a veces sí) con el uso de ambos géneros para dirigirse a un grupo “nosotros y nosotras”, me parece más moderado y menos provocador, que tratar de remplazar el uno por el otro, o el de inventar uno nuevo, “nosotres”, para derribar lo que ya está construido. Podemos cambiar nuestro enfoque, podemos reinsuflarlo de “igualdad”, en lugar de modificarlo y emplearlo para tratar de que el Mundo se adapte a mí mismo o misma.

Así que la senda que he escogido para mí, para ayudarme a mí mismo, a los de mi entorno, y a aquel que pueda, es la de tratar de alejarme del EGO y de llegar a esa CONCIENCIA donde reside la Realidad de la Naturaleza. Eso me ha supuesto observar muy de cerca mi propio EGO. Y en el camino, uno descubre también el EGO de los demás. No paso mi vida observando los EGOS de los demás, sería un absurdo que nacería de mi propio EGO. Pero negar que los demás también tienen un EGO, sería también un absurdo y una ingenuidad. Hay quien puede negar que tiene ese EGO, de acuerdo. No me plantaré delante de él a tratar de convencerle. Así es, a esta llamada de la Conciencia se llega personalmente, sin que nadie intervenga o te convenza. Se llega (muchas veces) tras mucho dolor provocado por el propio EGO.

En este camino, he entendido varias cosas. Como por ejemplo que la sociedad es un reflejo de los EGOS de sus ciudadanos. Si tratamos de modificar la sociedad, sin tratar de activar la CONCIENCIA, y dejando bien amarrado el EGO, los cambios serán infructuosos. Se pueden vivir mejores periodos, que terminarán por corromperse, que provocarán episodios violentos, y que serán remplazados por otros. Ese es el curso de la Historia.

Primer punto: no me “siento” de Podemos porque en sus propuestas, no se propone tratar de activar la Conciencia. Sus planteamientos nacen del EGO. De EGOS diferentes a los EGOS del PP, de acuerdo, pero EGOS en definitiva.

Segundo punto: esos EGOS desean que el resto de personas que viven en el Mundo sientan y piensen como ellos. Como no pueden ir puerta por puerta para convencerles, usan los medios que tienen a su disposición para tratar de atraer a más personas a sus modelos de ver el Mundo y su concepción de lo que es Justo y lo que no.

Tercer punto: ese camino (su camino) pasa por tratar de modificar el lenguaje de todos. Emplear el “nosotras” como plural genérico, es un impulso de un grupo de la sociedad muy pequeño, en relación al vasto corpus donde vivimos todos. Observamos ante este hecho, al Punto que se enfrenta al Plano (remito al artículo anterior). ¿Es lícito? Sí, lo es. ¿Es criticable? También, claro.

Vamos con mi malestar. Es un EGO. Por supuesto. No soy ningún Maestro, ni ningún sabio. Tengo defectos para dar y tomar. Cierto que paso una gran parte de mis días observándolos, cotejándolos, bloqueándolos, meditándolos, y en ese camino la Conciencia comienza a arrojar luz, a ganar terreno.

à ¿Te queda mucho camino, Marcos?

Sí, mucho. He avanzado muy poquito. Lo suficiente (al menos) para ver. Pero de poco sirve eso a los demás, como no podría ser de otra manera. Es una senda muy personal, y muy solitaria, en la que mucha gente amada se va quedando por el camino, es normal. Pero me llaman los árboles y los animales, no puedo taparme los oídos. A esto me ha llevado mi propio sufrimiento.

He dicho que paso una gran parte de mis días en estas observaciones y meditaciones, pero no todo el tiempo. Muchas otras veces mi EGO se filtra en mis actos, en mis emociones, en mis pensamientos, en mis palabras. Eso me ha pasado esta mañana.

à ¿Y no te has dado cuenta de que era un EGO, Marcos, antes de publicar aquello en Facebook?

Sí, claro que me di cuenta. Pero quise hacerlo igualmente.

à ¿Y por qué?

Pues por un lado para ir definiéndome, para alejarme de sonrisas que no siento, ni de emociones que no me aportan más que discordia, y de una hipocresía que me surge a veces, y que me hace más mal que bien, a mí y a los demás.

Y por otro lado para mostrar el otro cabo del acto comunicativo. En realidad, uno de los “cabos”, pues hay varios (tantos como Realidades hay sobre el planeta). En el acto comunicativo hay un Emisor (Irene Montero), un Mensaje (nosotras) y un Receptor (Yo, y muchos otros millones más). Así que he mostrado uno de los cabos donde termina el proceso comunicativo. He mostrado un EGO que tengo yo, y que tiene muchísima más gente. Un EGO que se siente herido ante la provocación de otro EGO. Un EGO que quiere modificar la Realidad, desea que su Propia Concepción de la Realidad sea la Realidad de Todos.

à ¿Pero cómo puedes decir eso, Marcos? ¿No te parece soberbio? ¿Dices que Irene Montero hablaba desde el EGO? ¿Cómo puedes saber que no hablaba desde la Conciencia?

Lo sé.

à ¿Puedes demostrármelo?

No, no puedo demostrártelo.

à ¿Puedes, al menos, explicármelo, para que lo entienda?

Solo si realmente quieres entenderlo. Si me dirijo a un EGO, el EGO no querrá comprender.

à ¿Entonces aquí se acaba la comunicación, Marcos?

Sí, aquí se acaba.








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