8. De la educación
Parto de la base de que el ser
humano es inteligente. En mi vida, me he topado con personas muy inteligentes
(mucho más que yo), que defienden argumentos que yo, desde mi meridiana
inteligencia, pero sobre todo desde mi conciencia, me resultan indefendibles. Eso
me hace reflexionar acerca de que la inteligencia puede estar dirigida por la
emoción, conducida desde la educación. ¿Unos tipos que se meten en un avión con
palitos de madera, se hacen con los mandos, y se estrellan contra las Torres
Gemelas? Llevar eso a cabo denota una inteligencia bastante brutal (en todos
los sentidos). No, la inteligencia no demuestra tener razón en nada. La
inteligencia es un vehículo. El conductor es el que dirige. En la sociedad
enseñamos bien a nuestros futuros conductores a conducir siempre por su carril,
a pararse en los semáforos en rojo, a ceder el paso a los peatones, a respetar
los límites de velocidad. ¿Qué sucede si en otra región del mismo territorio se
les enseña a los conductores que deben conducir de otro modo? El conflicto está
asegurado. Y ahí está la clave: la educación. Puede ser que una persona
sensible al mundo, madura espiritualmente (madura en su profundidad, en su
reflexión) pueda tornar sus ideas para contribuir en la construcción de una
mejor sociedad, de un mejor plano, para todos. Pero esto no suele suceder: solemos
cargar con las ideologías de nuestros padres. Y a veces, en pleno fervor
adolescente, nos oponemos diametralmente, y asumimos las contrarias (este
movimiento se suele dar de derecha a izquierda… aunque conozco casos donde se
produce al revés). Pero en dicho movimiento, no creáis que nos convertiremos en
maestros de nosotros mismos, en sabios instructores de conductas o de
reflexiones: por lo general, buscamos remplazar nuestros modelos educativos con
otros que se acuerden mejor con nuestra nueva e incipiente “identidad”. Es un
movimiento sano, qué duda cabe: la construcción del individuo, el despertar de
la conciencia social o comunitaria. Pero, salvando estas excepciones que
cambian diametralmente sus modelos, la mayor parte de las personas preservamos las
ideologías que nos han servido al desayuno, a la comida, a la merienda y a la
cena en nuestra casa. Y cuando toca levantar el vuelo, seguiremos nutriendo
nuestras ideas ya solitos. Y nos ocuparemos de nutrirlas en los demás: sobre
todo en nuestros hijos, no vaya a ser que se nos vayan al bando contrario. Así
las ideologías se perpetúan, y se pulen con mucha lentitud, pero se pulen, a
fin de cuentas. La razón tarda tiempo, mucho tiempo, en adentrarse en el
territorio inconstante y fantástico de la emoción. Pero lo va haciendo (hemos
tardado unos siglos en terminar con el sistema social medieval… Y quizá aún
quede trabajo, pero en ello se está, esto avanza). Pero, por lo general, me
atrevería a hablar de un elevadísimo porcentaje de seres humanos, solemos ver
el mundo a través de lo que nos han enseñado. La visión del mundo se modela en
los niños. No les dejamos descubrirlo por sí mismos, debemos interferir en su
aprendizaje, no vaya a ser que… Eso. Si un niño se cría en una familia del
Madrid, lo normal es que el niño sea del Madrid. Si un niño se cría en una
familia del Barça, lo normal es que sea del Barça. Si un niño se cría en una
sociedad donde se le dice (desayuno, comida, merienda, cena) que Occidente es
el enemigo, Occidente será el enemigo. Si un niño se cría en una familia donde se le dice que
España es el enemigo, España será el enemigo. Y pasar de la idea al acto es tan
fácil como poner la televisión, o echar un vistazo a las redes sociales:
manifestaciones violentas, asesinatos, odio, agresiones físicas, morales,
verbales o espirituales. ¿Hay excepciones? Las hay. Benditas sean todas ellas.
Pero, por lo general, suele funcionar así. Por eso la sociedad, en sus pactos y
acuerdos para conseguir formular un aparato legal, contempla esto como delito: “incentivación
al odio”. No solo el acto en sí mismo, sino la manipulación del “otro” para que
responda a intereses personales o comunitarios. Dejad al “otro” en paz, caramba.
Aunque el “otro” sea tu hijo, aún más si lo es: ámalo con humildad, no lo
modeles con soberbia. Quizá así cuando sea mayor vea el plano con mayor
objetividad, y se sume a combates pacíficos con tantos otros puntos
distribuidos por todo el plano, para mejorar el sistema que tenemos, en beneficio de todos. Pero no.
Esto no va a suceder, como decía antes, porque estamos atrapados por “nuestra
verdad”, y no contentos con eso, debemos transmitírsela sí o sí a nuestros
hijos. Decía Gaddiel (gran escritor, catalán, por cierto) que si tomáramos a un
bebé en cualquier parte del mundo, y lo entregáramos a otra sociedad
completamente diferente, el niño se criaría con los valores de la sociedad de
acogida, sin ningún problema. En fin, todo esto para decir que no se trata de
una cuestión de genes, sino de educación. Podemos entender entonces que
exista esa visión negativa de España por parte de una parte de los catalanes
independentistas. Pero deberíamos dividirlos en dos grupos:
1. Los dirigentes e
intelectuales que producen discurso.
2. Los ciudadanos activos que
acometen actos.
En esto todos somos culpables. Todos
tratamos siempre de imponer nuestro punto de vista. Y los más humildes, no lo
hacen, pero por lo general son tan impermeables como el resto: ¿quién convence
a quién de algo hoy en día? Podemos convencer a alguien que no consume series
a engancharse a Braking Bad, es
relativamente fácil (si los gustos de la persona en cuestión van acorde con la
propuesta de la serie); pero ¿convencer a alguien de que su punto de vista
férreo en cuanto a algo es falso? Imposible. A mí estos choques lo que me suelen
provocar es un replanteamiento de mí mismo. No puede ser que yo y mi amigos
tengamos puntos de vista tan opuestos, con lo que nos queremos y nos admiramos.
Pero sí, esto sucede casi a diario. Así que, ya lejos de los nervios que se
suelen producir en el momento de una discusión, suelo interiorizar la mirada, y
trato de preguntarme acerca del porqué de mis propias opiniones: ¿son mis
opiniones? ¿Son de mis padres? ¿Son realmente de mis padres? ¿Son de mis
abuelos? Bueno… y si fueran mías, labradas con humildad y experiencia: ¿son
realmente mis opiniones? Este modelo sirve de poco a la sociedad, porque tratar
de enfrentarse a sí mismo es una de las guerras más duras que puede enfrentar
el ser humano. El “Negarse a sí mismo”. Pero claro, no contentos con nuestra
visión del mundo, tratamos de imponérsela a los demás, e incurrimos en otra
falta capital: miramos la paja en el ojo ajeno, y no vemos la viga en el propio.
Necesitaríamos un gran lavado de soberbia en la sociedad. Y también, ya de paso,
otro de productores de pensamiento dirigido. Acabar con la producción de
fanáticos: de fanáticos del Barça o del Madrid, de fanáticos de su re(li)gión por encima de la de los
demás, de fanáticos de su país contra otros, de fanáticos de un tipo de música,
de fanáticos de un tipo de cine o de novela. Deberíamos dejar la libertad al
individuo de que forjara solito sus opiniones, sus creencias, dentro de un
marco legal que no permitiera saltarse, ni por un pelo, los derechos
fundamentales de las personas. Ese es el modelo al que no llegaremos, mientras
no seamos capaces de echar una miradita al interior.
à Contra-argumento:
contesto antes de que me caigan los chaparrones: algo que solemos oír muy a
menudo es el famoso: “España nos roba”. Los independentistas (imagino que no
todos, por supuesto), transmiten ese mensaje de maltrato. Cuando dicen “España”
quieren decir los españoles (las piedras, los bosques, los llanos y los ríos no
los odian, creo que en ese punto tanto A como B compartimos la misma valoración
de X). Bien, planteemos dos hipótesis:
PRIMERA
HIPÓTESIS: España les maltrata realmente. Primero sería demostrarlo, con
documentos, con testimonios, pero que sean lo suficientemente numerosos y fiables
como para que la comunidad internacional se haga eco. Y no nos vayamos tan
lejos, confío en la pulsión humana del pueblo español, de la mayoría de los
españoles: si recibieran noticias reales y palpables de un abuso al pueblo
catalán, la mayor parte de la sociedad exigiría justicia contra el gobierno
central. Pero no las recibimos. Si dispusieran de dichas pruebas, ¿por qué no
las hacen públicas? ¿Por qué no me llegan a través de la Televisión Catalana, o
la TVE, o cualquier otro medio? Las he buscado. Y solo he encontrado algunas
fotos falsas enviadas a medios extranjeros (como la famosa mujer sangrando en
una manifestación; lo cual se probó que era una foto de archivo, de
acontecimientos muy precedentes a los acontecidos el día del referéndum). Si
tuvieran dichas pruebas, ¿por qué falsear otras? ¿Quién ha salido dando
explicaciones? Pues… solo Rajoy y Rivera (que no son santos de mi devoción,
aunque en realidad nadie lo es. Solo Mary Poppins lo es).
SEGUNDA HIPÓTESIS: España no les
maltrata en verdad, sin embargo es lo que quieren transmitir a la comunidad
internacional. Pero, ¿Quién? ¿Cómo?
Los ideólogos y mentores de la
revolución. ¿Cómo hacer una revolución? Pues, lo primero, es ganarse adeptos. Y
para ello, se ponen en marcha mecanismos de persuasión, manipulación y difusión
tan eficaces como útiles a sus propósitos. No sé si habéis visto la película Agárralo como puedas. Yo sí. Frank
Drevin (Brigada Policial) debe hacer frente a una organización delictiva que pretende
asesinar a la reina de Inglaterra. Vincent Ludwig (el malo) es contratado por
dicha organización para llevar a cabo el asesinato. Cuando Papshmir, el
representante de la organización, se entrevista con Ludwig para conocer los
detalles, este último le muestra cómo hacerlo: ha hipnotizado a su secretaria y
cuando pulsa un botón, esta pierde la noción de sí misma, y cumple
mecánicamente su instrucción: toma una pistola de un cajón, y encañona a
Papshmir mientras dice: “debo matar a Papshmir”. Naturalmente la pistola no
está cargada. Cuando Ludwig vuelve a pulsar el botón, la secretaria recupera su
identidad, no recuerda nada. Ludwig lo ha hecho para mostrar a Papshmir el modus operandi que piensan llevar a cabo. Y cuando la secretaria
se marcha, Ludwig dice: “dígame, señor Papshmir, ¿conocía usted la hipnosis
inducida sensorialmente?”. Ludwig determina que el mejor asesino es alguien que
no sepa que es un asesino. Bien, lo mismo sucede con… bueno, en realidad con
todo: desde terroristas, fundamentalistas, fanáticos, sectas, hinchas
violentos, etc. Centrándonos en el problema catalán, manifiesto que sé, por el simple hecho de observar mi entorno y a
mí mismo, que ha habido una gran manipulación de los niños desde hace,
probablemente, más de treinta años. Niños inocentes que les tocó nacer en una
familia determinada, una familia que, por experiencias o por educación, ya
tenía preestablecida una mirada concreta de su Realidad Subjetiva, una mirada que dicha familia se ocupará de servir a su hijo al desayuno, comida, merienda y cena. Es así como
formamos individuos capaces de enfrentarse a lo que sea por defender una idea
abstracta. ¿Por qué lo sé? Porque les he escuchado hablar, cientos de veces. He hablado con muchos en persona, y he visto a cientos por televisión, he leído a decenas en redes sociales, incluso he mantenido correspondencia por mail con plataformas independentistas. Y veo que viven sumergidos en una Realidad Alternativa. Tal vez mi Realidad no sea la correcta tampoco (seguro que tampoco lo es, ya dije que todos desconocemos el significado de X) sin embargo sé que la Realidad que comparto con la mayor parte de los españoles (con la mayor parte de los puntos del plano), tiende a la paz, tiende al entendimiento, tiende a la hermandad, y sabemos que el discurso separatista genera problemas, muchos problemas, muchos de ellos violentos, que ya se están dejando ver, y por eso el pueblo español, la gran mayoría del pueblo español (incluyendo una buena mitad del pueblo catalán) se manifiesta en contra del procés. Porque queremos paz. Queremos tranquilidad. No queremos discordia, discordia tras la cual se plantea una distopía irrealizable e imposible. En fin, sigamos con la educación.
Algo muy complejo en este juego
de la educación (manipulación) es detenerse a analizar a los ideólogos. Tenemos
dos tipos de ideólogos:
1. Los ideólogos conocedores de
esa manipulación cegadora.
2. Los ideólogos convencidos de
esa realidad subjetiva.
¿Quiénes son en el caso de
Cataluña? Seguro que la mayor parte son ideólogos convencidos de dicha realidad.
Ideólogos a los que acuso, severamente, de buscar una fractura dentro y fuera
del pueblo catalán, por intereses que se me escapan: ¿ocultamiento de corruptelas?
No lo sé, sinceramente. Pero dudo, en realidad, que alguien capaz de organizar
tamaño revuelo no sea capaz de entrever las nefastas consecuencias en lo
tocante a la economía, pero sobre todo a la fraternidad. Igualmente es así, lo
han hecho, algunos han huido, otros han dado la cara, todos se revuelven porque
la ley actúe contra ellos, y ahora, más que nunca, sí dan la impresión de ser
ideólogos convencidos, es decir, fanáticos de una idea abstracta que han
querido llevar hasta sus últimas consecuencias (a pesar de su vida o de su
muerte). En este punto, recomendaría El
arte de ser feliz de Schopenhauer, una delicia de libro. Nos explica cómo,
en la Revolución Francesa, hubo ciertos aristócratas que, antes de ser
guillotinados, se ocupaban de tener bien colocada la peluca: hasta ese punto, incluso
a las puertas de la muerte, la construcción de la realidad que hemos forjado en
torno nuestro prima sobre la propia conciencia de sí mismo. Es algo bastante
humano: la creación de mártires. Pero algo peor que crear un “mártir” que sirva
de soporte a la construcción de una Realidad Subjetiva y Colectiva, es el
desear serlo uno mismo, aunque hoy en día se puede ser mártir y cobarde al
mismo tiempo, y desempeñar tu papel de “perseguido político” desde Bruselas, al
amparo de partidos de dudosa ideología, viviendo a cuerpo de rey, y con miedo
en la mirada. Cobardes: esto no es subjetivo, la cobardía, como la valentía, se
aprecian desde lo más hondo de una razón no manipulada.
Desde mi razón y mi conciencia,
desprovista (gracias a Dios) de manipulaciones familiares u otras, observo que los
dirigentes catalanes presos no son “presos políticos”, como se insiste en
decir. Son personas que han cometido delitos, y desde la ley, se les ha
ajusticiado. Debería ser así para todo el mundo, y no lo es, de acuerdo. Sé que
los poderes no miden con el mismo rasero todos los casos, sé que hay personas
intocables dentro del plano, y sé la indignación que esto provoca a la mayor
parte de puntos. Comparto esa indignación. Y apoyo la unión de los puntos para
cambiar esa realidad. Pero en lo tocante al problema catalán, me parecía
urgente que la ley se hiciera valer y respetar, para preservar la unidad de un
plano donde, la mayoría de los puntos, desean preservar dicho plano, en
beneficio de todos (aunque haya puntos a los que les han enseñado que no es así).
Dicho lo cual, acepto las
rabietas cósmicas que puedan generar estos relatos, las conozco y las anticipo,
igual que conozco y anticipo (a veces) mis propias rabietas.
Gracias por haber llegado hasta aquí.
Hasta pronto.