En
mis idas e ideas, en mis venidas y avenidas, habiendo coqueteado con ideas que
van desde el PP hasta Podemos, en lo que ya van casi 20 años de interés hacia
la política (y más allá: hacia el ser humano), tenía una cosa clara, hasta esta
semana. Algo bueno y estratégicamente eficaz que tiene Podemos es el
conocimiento del funcionamiento de la sociedad (o eso pensaba yo). Supieron
hacerse un hueco en los medios, con programas online, con apariciones en
debates, en programas de entretenimiento, han sabido entrevistarse con personas
de corte ideológico completamente opuesto al suyo, y fueron, probablemente, los
primeros en tener una presencia constante en las redes. Entendían, desde antes
de existir como formación política, lo que consumen las masas, y cómo
funcionan. Esa proximidad al “pueblo” (palabra ambigua donde las haya) les hizo
aparecer como algo realmente nuevo, como una propuesta fresca y “sincera” (al
principio), con un mensaje adaptado a la comprensión de cualquier hispanohablante,
sin importar ideas preconcebidas, edades, estratos, gustos o preferencias. Fue
un hachazo (sigo pensando que positivo) al funcionamiento oxidado de la
política tradicional. En lo tocante a la estrategia supieron jugar con bastante
maestría, ya que consiguieron que personas que no se identificaban forzosamente
con la izquierda, se interesaran por su discurso (algunos tienen hoy una
presencia robusta en redes y medios: aquellos que te insultan o que te plantan
una foto del famoso “espray anti-troll”, cuando criticas o cuestionas algo). El
youtuber Inocente Duke lo explica muy bien (sigo desgajándome de risa al
recordarlo) en su serie de vídeos cortos que explican las izquierdas, así en
grueso. Explica cómo Pablo Iglesias consiguió que probablemente miles de
personas se adhirieran al discurso podemita. Al principio el líder morado
aparecía en los medios con un mensaje constante y martilleante: vuestro jefe os explota. Así, miles de trabajadores
descontentos (como nos suele pasar a la mayoría), comenzaron a identificarse
con ese discurso, a engancharse, hasta caer en una dependencia del discurso próxima
al tabaco (“Pablo, eres tabaco”, repetía Duke a lo largo de su vídeo). Hasta
que estos trabajadores acabaron por asumir como verdad ese “hecho” cuestionable
de que estaban siendo explotados. Probablemente muchos sí lo estuvieran, pero
tantos otros seguramente no. Pero eso da igual, el discurso se mezcla con
ideología, y entonces la razón comienza a cerrar puertas y ventanas, y tenemos
sintonía directa solo con el líder, y solo sus razones se adentran, nos mueven
los cuerpos y los pensamientos (no me quito de la cabeza esa maldita foto que
me enchufó una podemita en la página de Podemos del Facebook, con ese espray
anti-troll, acompañada de algún que otro improperio, tan solo por disentir
educadamente (creo) con lo que se comentaba en el hilo).
Pues sí, Pablo, fuiste (y eres)
un héroe para muchos. Muchos darían sus vidas por ti (y si lo dudáis id a la
página de Facebook y leed los comentarios de los anti-trolls). Me ocuparé de
ese asunto en una próxima entrada del blog, Pablo, de tu afianzamiento a la
cúspide de una pirámide donde irradias tu luz a todos los adeptos que te adoran
desde abajo. Ahora quiero hablar de otra cosa. O quizá preveniros.
Decía que, Pablo, eres tabaco. Es
broma. Decía que hasta esta semana pensaba que Podemos era el único partido que
conoce la vibración atómica del “pueblo”. Pues no. He visto en youtube el
reciente discurso de Santiago Abascal en Vistalegre. Ya sabéis: VOX. Sí, ya sé,
el hecho mismo de haberlo visto me convierte en un facha. Cuento con eso. En
fin. Con su voz y sus tonos que sí estimo propios de eras pretéritas (aunque no
alejado de tu voz, Pablo, ni de tus discursos) dijo algo interesante. Muy
interesante. Algo que me hizo ver que, desde su posición, a la que podríamos
ubicar ideológicamente en las antípodas de Podemos (no creo que esto sea así,
pero ya vendrán otras entradas donde me explique), también han empezado a
hacerse eco de esas vibraciones atómicas del “pueblo”. Ya no sois solo
vosotros, Podemos. Pues dijo algo que me interesó, profundamente, que me hizo
dejar lo que estaba haciendo (sí, a veces pongo estos vídeos de fondo mientras
hago otra cosa), subir el volumen, echar hacia atrás, y escuchar con atención. Dijo
algo que se puso en sintonía conmigo, que tocó una tecla oculta que me
atormenta (solo un poquito, tengo una vida más allá de este blog y de vuestros
devaneos) desde hace un tiempo, una tecla que solo había pulsado, muy
previamente, Pablo Iglesias. Hace tiempo ya que mi desencanto con Podemos es
manifiesto. Podemos resumirlo en el hecho de que allí no se aceptan
disensiones, no hay más que mirar cómo han entrado y salido por la puerta de
atrás tantos “brazos derechos”, que molestaban “al consultorio revolucionario”
(sí, también escucho a Losantos, doblemente facha entonces, ok). Mi espíritu
libre a cualquier atadura ideológica me hace cuestionarlo todo, me hace poner
la guinda a ciertos pasteles mediáticos de los que solo se aprecia el chocolate
y la nata de adorno, pero cuyo bizcocho permanece oculto. Así, cuando empezaron
mis comentarios críticos hacia Podemos (primero en las redes, y luego en las
redes), empecé a ser insultado (profusamente), tildado de facha y no sé cuanto
más. Uno termina por habituarse a que lo llamen facha, solo por disentir en un
detalle. Ese es el mundo en el que vivimos. Pablo, ese es el panorama que tú
has construido, y que alimentas desde lo alto de tu pirámide solar, y no llamas
la atención al “pueblo” que te adora desde abajo, que ríe tus gracias y bebe
tus mieles, que se traga doblado el pastel, sin saber ni qué pinta tiene ese
bizcocho. Tú has creado eso, y tú lo mantienes, porque te da de comer, y porque
sigues creyendo (ahora me decepciona tu ingenuidad) que va a seguir atrayéndote
adeptos. No es así, bro. Abascal dijo algo que os ha roto. Dijo: Si estás en
contra de la Independencia de Cataluña, eres un facha. Si crees que la
inmigración debe ser controlada, eres un facha. Si crees que la presunción de
inocencia debe prevalecer en un Estado de Derecho, eres un machista. Y un
facha. Si te metes a opinar en la página de Podemos sobre algo que te disuena (esto
lo añado yo) eres un troll, un lobo disfrazado de cordero. Y un facha.
Cómo me llegó ese mensaje. Es lo
que llevo viviendo desde hace varios años ya. Y viendo cómo está el jardín, tus
adeptos han conseguido arrinconarme en mi bosquecito bretón, y ya me dejo ver
poco por las redes. A mí me da igual. No votaré. O a lo mejor te voto a ti. No
lo sé. Pero lo que no sabes, querido Pablo, es que no había una derechona
franquista dormida esperando a despertar. No. La estáis creando vosotros.
Hiciste, en uno de tus momentos de gloria, una crítica a Rajoy que me sigue
pareciendo genial. Lo llamaste “máquina de fabricar independentistas”.
Buenísimo. Me quito el sombrero. Bueno, Pablo, pues ahora te lo digo yo a ti:
mientras tu discurso tenga un fondo ideológico, lejos de la razón y la visión
“real” de un pueblo español que te rebasa por todos sus extremos, serás una
máquina de crear votantes de VOX. Y si no, tiempo al tiempo.
PD: Tú sí lo sabes, Pablo. Sabes
que en VOX hay buenas personas, como las hay en cualquier partido. A lo mejor
cuando eras joven estabas atrapado en esas mismas redes ideológicas, en las que
están tus adeptos. Pero ahora sé que sí lo sabes, sé que sabes que un obrero
puede votar al PP, y que hay coherencia en ello, y que eso ni lo hace más tonto
ni más malo que cualquier votante de Podemos. Ahora sí sabes que te puedes
tomar un café con Rajoy y disfrutar de sus bromas, porque sabes que la bondad
no es intrínseca a ninguna ideología. No te acuso de eso. Te acuso de que no
llames la atención a tus anti-trolls, por el interés (ingenuo) de que esa
actitud te seguirá atrayendo gente. Te acuso de eso, y de que sigas creando,
día a día, a más votantes de VOX.