lunes, 8 de abril de 2019

Sobre violencia machista

Jesús:

Salte de ahí abajo. Allí abajo es todo oscuridad, la luz no llega. Allí abajo se esconden las emociones más primarias disfrazadas de elocuencia. Pero no son elocuencia. Allí abajo se vive pensando que se vive sumido en la verdad, en el conocimiento, pero no es cierto. La prueba es que, a tu lado, en este momento, ayer, mañana, tomaste o tomarás café con alguien, muy cerquita de ti, que no piensa las mismas cosas que tú. La prueba está en que esas emociones también las tiene tu vecino, también las tengo yo. Pero hay personas que se han dejado la piel por esclarecer grandes falsedades, grandes manipulaciones. Las hay que están sujetos a sus propias ideologías (también están ahí abajo, en otro compartimento, pero abajo igualmente). Pero esas personas son muy poquitas, no tienen voz porque la voz que impera es la del compartimento de donde emana, por ejemplo, el argumento que defiendes. Pero no es la voz de la realidad, y la prueba es que hay otras voces que promulgan lo contrario ¿y por qué unas han de tener razón, y no las otras?

Con amor y humildad te arrojaré un lazo (quizá pienses que estoy poniéndome por encima, y que el amor del que hablo es amor propio, y la humildad es en realidad soberbia disfrazada. Puede ser. Pero si te quedas ahí, no leerás más allá de tu entendimiento, y de poco servirá el intercambio). Allá voy:
Primeramente, quiero decir que tratar con las muertes de personas es terrible. Pero tenemos que pasar por ese trance, ya que forma parte del argumentario (desgraciadamente).
Hablas de 16 mujeres asesinadas en lo que va de año. Y dices que seguramente serán más. Vale, ahí van mis preguntas:

¿Sabes quiénes son esas 16 mujeres? ¿Sabes en qué circunstancias han muerto? ¿Sabes quién mató a cada una? ¿Conoces los patrones de conducta de esos 16 asesinos? ¿Conoces en qué momento torcieron su razón, hasta el punto de acometer un acto que a bien seguro les iba a cambiar terriblemente la vida? ¿Sabes que las leyes son severas, y que aún así siempre ha habido un porcentaje reducido de personas que las quebrantan? ¿Sabes por qué lo hacen? ¿Te has informado acerca de los numerosos estudios y estudiosos que han ahondado en el tema? ¿Sabes que hay patrones patológicos que hacen que ciertas personas quebranten las leyes, independientemente de las penas que existen? ¿Sabes que desde que el mundo es mundo, el ser humano ha acometido actos terribles, y, como bien dices, los seguirá acometiendo?

Las leyes son importantes. Deben serlo. Deben ser duras, muy duras, para disuadir al mayor número de psicóticos posible. Aún así los seguirá habiendo. La educación debe ser sana y equilibrada. Pero, aún así, siempre habrá psicóticos que se salten las normas, pues su narcisismo es superior a su razón.
La lucha por la igualdad entre sexos ha sido larga, pero ha dado ya un incontable número de frutos. Y eso nos hace vivir en una sociedad donde las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres. Por supuesto que queda trabajo por hacer, pero nunca sumiéndose en la discordia. La discordia es un arma terrible, organizada por políticos y medios que hacen que tú sepas que han matado a 16 mujeres en lo que va de año, pero que igualmente hacen que no sepas ni en qué circunstancias, ni quienes las mataron, ni nada más que una cifra. Los mismos medios que hacen que no sepas (o quizá sí, y si así fuera me alegraré, porque sabré que te informas más allá de lo que produce el molinero mediático permanente y martilleante) que en lo que va de año han muerto 157 personas en accidentes de tráfico, y seguramente habrá muchas más. Que en lo que va de año, ha habido 7 varones muertos a manos de mujeres (5 menores), y habrá más. El número de suicidios de 2019 no he podido encontrarlo, pero te ofrezco los datos de 2017: 3.679 suicidios (2.718 hombres y 961 mujeres). El único dato que he podido encontrar, es que esta tasa ha subido, en lo que va de 2019, un 3,1%.

Dime, Jesús, ¿te parecen los accidentes de tráfico, el asesinato de hombres y niños o los suicidios un problema sistémico? Si no te lo parece, es, simplemente, porque no hay intereses político-mediáticos para que te lo parezca.

No. Lo siento. Rotundamente no. A pesar de lo grave que pueda resultarnos cualquier muerte provocada, 16 mujeres asesinadas sobre casi 24 millones de mujeres no asesinadas, no representa un problema sistémico. Por mucho que nos duelan esas muertes (aunque te diré, trayendo a colación a nuestro querido Cortázar, que es un sufrimiento en “abstracto”, Rayuela, capítulo 15 del lado de acá) se está jugando con las cifras para mover a la sociedad en una dirección concreta. Cuando uno tiene esa curiosidad sana por conocer la realidad, incluso intelectualmente, y trata de informarse de todo y por todos los flancos, leyendo todo tipo de fuente, escuchando todo tipo de discurso, y encuentra que hay tantas y tan magnas contradicciones, solo le queda ir a buscar en su propia realidad cotidiana. Buscar lo máximo posible (no quedarse en el círculo de personas habituales). Entonces, te das un paseo por la calle, visitas a personas, entablas vínculos con compañeros de trabajo, con alumnos, con amigos de amigos, y vas haciendo más grande el círculo. Y no te contentas solo con tu ciudad, sino que tratas de moverte por muchos lugares, e irradiar la misma actividad. Entonces, poco a poco, comienzas a elaborarte un criterio propio. Yo lo he hecho. Yo lo hago. Y podría decirte que no conozco a ningún hombre propiamente machista (hablo de españoles o franceses). He visto, un par de veces, a un chico que agredía a su novia en el metro, en Madrid. Es evidente que haberlos haylos, pero atreverme a decir que esos dos infelices representan un problema sistémico, me haría, en primer lugar, mentirme a mí mismo, y luego a los demás. No he conocido a ninguna mujer maltratada. Bueno, sí, a una, una chica polaca, cuyo novio la agredía físicamente. Claro que hay mujeres maltratadas, pero si son las que nos cuentan los medios, son muy poquitas. Mantengo que es horrible, mantengo que hay una asquerosa y deplorable manipulación interesada, y mantengo que el dolor que nos hace sentir ello, es puramente abstracto (salvo que conozcas a la persona en cuestión). En mi recorrido vital, quiero añadir, también he conocido a una mujer que fingió haberse caído por unas escaleras y denunciar al marido, para quedarse con la casa donde vivían, y de paso, con una pensión. Una mujer, además, a cargo de una pequeña asociación de pueblo de ayuda a las mujeres. Ello (afortunadamente) tampoco representa un problema sistémico.

Ahora bien, lo que sí conozco, y muy bien, es la manipulación que ejercen los políticos, y por mor, los medios. La cultura de lo políticamente correcto, que pretende encaminarnos a una dictadura del “buenismo” de un lado, callando a todo aquel que no piense igual. Todo comienza en el terreno de lo cultural, pero no está tardando ya en adentrarse en la política (en breve, amigo, nos tocará padecer ciertas leyes que no nos permitirán expresar lo que nos salga del vientre). Pues lo que está en el germen de esa ideología (me horrorizan las ideologías… pues pretenden gobernar con sus ideas las ideas de los demás) es marxismo puro y duro, que busca la igualdad por encima de la libertad. Como decía Milton Friedman “una sociedad que priorice la igualdad sobre la libertad no obtendrá ninguna de las dos cosas. Una sociedad que priorice la libertad sobre la igualdad obtendrá un alto grado de ambas”. Pero esto, ya, es otro tema.

Un abrazo fraternal.


m.

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